Un año más ya tenemos nuestros reyes adultos e infantiles del carnaval 2009, tras la celebración de la gala el pasado sábado en el Centro Cultural Alcazaba.
Nos encontramos con uno de los actos tradicionales de nuestro carnaval en cuanto antigüedad, pues el mismo se viene organizando desde hace ya bastantes años, pero que no obstante no acaba de cuajar.
Personalmente no es que sea una de mis actividades preferidas, pero solo sea por su tradición o por el respeto hacia Tomás Bravo, uno de nuestros pioneros carnavaleros que durante tantos años ganó este concurso a pesar de su avanzada edad, creo que este concurso debe mantenerse; aunque sería necesario darle otro enfoque que sirva para potenciarlo e integrarlo más en el carnaval romano.
Nos encontramos con un concurso en el cual el grado de participación no es muy elevado, aunque afortunadamente en esta edición el número ha sido algo superior al de años anteriores, pero siendo realista hay que admitir que en otras ocasiones la gala ha sido salvada gracias a la participación de personas de la comarca vinculadas a grupos de desfile (fundamentalmente Torremejias).
Pero para mi eso no es lo preocupante, lo que realmente debe llevar a la reflexión, es el poco tirón popular que esta gala tiene por si misma; lo cual motivó que desde la Asociación se idease desde hace ya varios años que la elección de los reyes estuviese acompañada con la presentación de las comparsas y chirigotas.
Ello evidentemente logró el efecto deseado, que no era otro que tener lleno el patio de butacas. Pero, ¿a costa de que?, pues de que gran parte de ese público son miembros de agrupaciones escuchando a los demás. Es decir más de lo mismo: los grupos cantándose entre ellos y una vez más cerrando el carnaval en torno al mismo círculo.
Para evitar esto habría dar luz propia a la gala y tratar de aprovechar este acto preliminar con un efecto promocional que vaya calentando ya el ambiente precarnavalero en la ciudad.
Se me ocurre que una buen una opción sería sacar la calle la gala. Sin duda alguna esta actividad luce mucho más en grandes espacios abiertos que en un salón de actos de reducidas dimensiones.
Como comentaba en mi artículo anterior, si se realizase ese sábado a mediodía el acto popular en la plaza de España, se podría ver la opción de incluir ahí el concurso. Por ejemplo podría ser a mediodía, con degustación popular gastronómica, actuarían algunas comparsas y chirigotas (con un horario previamente comprometido), y a media tarde comenzaría el concurso de los reyes, acompañados de la percusión de los grupos de desfile (afortunadamente ya tenemos un par de grupos estables). Para ello habría que montar un escenario con una cierta decoración acorde al acto. Algo de “fashion” no vendría mal.
Como único inconveniente que veo es las posibles inclemencias del tiempo, pero esto es algo contra lo que no se puede luchar. No obstante si no se quieren correr este tipo de riesgos, y se desea mantener la gala en un salón de actos, en lugar de acompañar con la presentación de todas las agrupaciones, lo cual luce poco y hasta incluso resulta tedioso, habría que plantearse otras vías.
Un tema que tenemos olvidado es fomentar la cantera. Hace años se organizaba un concurso infantil, que en su momento dio extraordinarios frutos para nuestro carnaval, pues muchos de esos niños son ahora excelentes chirigoteros y comparsistas.
Un reto que habría que abordar de manera inminente, para que nuestro carnaval pueda tener cierta proyección de futuro, pasa por fomentar la cultura carnavalera entre los más pequeños. Para ello habría que trabajar en la organización de un concurso (eso si, más light que el de antaño) cuya celebración podría ser durante la gala de los reyes. Así evitaríamos el “relleno” de la presentación de las comparsas y el acto contaría con una audiencia propia y no forzada; pues entre abuelos, padres y hermanos de los chavales, unidos a los jartibles de la fiesta, el lleno estaría prácticamente asegurado, y lo que es más importante estaríamos ampliando la “familia carnavalera”. Ya tenemos un punto de partida con Los Felixitos, por lo que parte del camino ya se ha avanzado, y lo que tendríamos que completar cierto volumen (con 3-4 grupos es suficiente) con colegios, asociaciones de vecinos o los hijos/as de muchos chirigoteros y comparsistas.
Por otra parte, además de potenciar la gala creo que habría que trabajar otros aspectos para que luzcan más sus resultados.
Al margen de buscar una mayor presencia de los premiados, asegurando su presencia en el pregón, momento en el que se podría organizar alguna tamborada en la plaza, también se podrían exponer los trajes ganadores en algún escaparate de la Calle Santa Eulalia, (seguro que alguna tienda colaboraría) los días posteriores a la gala. Eso sin duda contribuiría a lucir aún más el trabajo del premiado/a, a la vez que contribuiría a crear ambiente precarnavalero, que es lo que a todos nos interesa.
Esto solo son algunas propuestas, posiblemente hay más, solo hace falta replanteárselas y asumirlas por los organizadores, con la única idea de ir mejorando poco a poco, pues es la única manera de crecer. El conformismo únicamente nos conduce a la mediocridad.
Nos encontramos con uno de los actos tradicionales de nuestro carnaval en cuanto antigüedad, pues el mismo se viene organizando desde hace ya bastantes años, pero que no obstante no acaba de cuajar.
Personalmente no es que sea una de mis actividades preferidas, pero solo sea por su tradición o por el respeto hacia Tomás Bravo, uno de nuestros pioneros carnavaleros que durante tantos años ganó este concurso a pesar de su avanzada edad, creo que este concurso debe mantenerse; aunque sería necesario darle otro enfoque que sirva para potenciarlo e integrarlo más en el carnaval romano.
Nos encontramos con un concurso en el cual el grado de participación no es muy elevado, aunque afortunadamente en esta edición el número ha sido algo superior al de años anteriores, pero siendo realista hay que admitir que en otras ocasiones la gala ha sido salvada gracias a la participación de personas de la comarca vinculadas a grupos de desfile (fundamentalmente Torremejias).
Pero para mi eso no es lo preocupante, lo que realmente debe llevar a la reflexión, es el poco tirón popular que esta gala tiene por si misma; lo cual motivó que desde la Asociación se idease desde hace ya varios años que la elección de los reyes estuviese acompañada con la presentación de las comparsas y chirigotas.
Ello evidentemente logró el efecto deseado, que no era otro que tener lleno el patio de butacas. Pero, ¿a costa de que?, pues de que gran parte de ese público son miembros de agrupaciones escuchando a los demás. Es decir más de lo mismo: los grupos cantándose entre ellos y una vez más cerrando el carnaval en torno al mismo círculo.
Para evitar esto habría dar luz propia a la gala y tratar de aprovechar este acto preliminar con un efecto promocional que vaya calentando ya el ambiente precarnavalero en la ciudad.
Se me ocurre que una buen una opción sería sacar la calle la gala. Sin duda alguna esta actividad luce mucho más en grandes espacios abiertos que en un salón de actos de reducidas dimensiones.
Como comentaba en mi artículo anterior, si se realizase ese sábado a mediodía el acto popular en la plaza de España, se podría ver la opción de incluir ahí el concurso. Por ejemplo podría ser a mediodía, con degustación popular gastronómica, actuarían algunas comparsas y chirigotas (con un horario previamente comprometido), y a media tarde comenzaría el concurso de los reyes, acompañados de la percusión de los grupos de desfile (afortunadamente ya tenemos un par de grupos estables). Para ello habría que montar un escenario con una cierta decoración acorde al acto. Algo de “fashion” no vendría mal.
Como único inconveniente que veo es las posibles inclemencias del tiempo, pero esto es algo contra lo que no se puede luchar. No obstante si no se quieren correr este tipo de riesgos, y se desea mantener la gala en un salón de actos, en lugar de acompañar con la presentación de todas las agrupaciones, lo cual luce poco y hasta incluso resulta tedioso, habría que plantearse otras vías.
Un tema que tenemos olvidado es fomentar la cantera. Hace años se organizaba un concurso infantil, que en su momento dio extraordinarios frutos para nuestro carnaval, pues muchos de esos niños son ahora excelentes chirigoteros y comparsistas.
Un reto que habría que abordar de manera inminente, para que nuestro carnaval pueda tener cierta proyección de futuro, pasa por fomentar la cultura carnavalera entre los más pequeños. Para ello habría que trabajar en la organización de un concurso (eso si, más light que el de antaño) cuya celebración podría ser durante la gala de los reyes. Así evitaríamos el “relleno” de la presentación de las comparsas y el acto contaría con una audiencia propia y no forzada; pues entre abuelos, padres y hermanos de los chavales, unidos a los jartibles de la fiesta, el lleno estaría prácticamente asegurado, y lo que es más importante estaríamos ampliando la “familia carnavalera”. Ya tenemos un punto de partida con Los Felixitos, por lo que parte del camino ya se ha avanzado, y lo que tendríamos que completar cierto volumen (con 3-4 grupos es suficiente) con colegios, asociaciones de vecinos o los hijos/as de muchos chirigoteros y comparsistas.
Por otra parte, además de potenciar la gala creo que habría que trabajar otros aspectos para que luzcan más sus resultados.
Al margen de buscar una mayor presencia de los premiados, asegurando su presencia en el pregón, momento en el que se podría organizar alguna tamborada en la plaza, también se podrían exponer los trajes ganadores en algún escaparate de la Calle Santa Eulalia, (seguro que alguna tienda colaboraría) los días posteriores a la gala. Eso sin duda contribuiría a lucir aún más el trabajo del premiado/a, a la vez que contribuiría a crear ambiente precarnavalero, que es lo que a todos nos interesa.
Esto solo son algunas propuestas, posiblemente hay más, solo hace falta replanteárselas y asumirlas por los organizadores, con la única idea de ir mejorando poco a poco, pues es la única manera de crecer. El conformismo únicamente nos conduce a la mediocridad.