Pasada ya la feria, y a punto de acabar el verano y comenzar
el curso escolar, es hora de ir empezando a preparar la nueva temporada
carnavalesca.
Aunque seguro que alguna agrupación jartible habrá ya dado
algunos primeros inicios durante las vacaciones, lo habitual es que los
diferentes grupos empiecen a quedar por estas primera fechas. Hay que ir
hablando ya del tipo, de las músicas, de cuantas bajas o altas tenemos, que si
nos falta un guitarra, que si hay que buscar un local de ensayo…., lo típico.
No obstante, no quiero dejar de pasar por alto que hay en el
aire determinadas cuestiones que afectan a nuestro carnaval y que no deberían
dejarse en el olvido.
No debemos olvidar que el año pasado no pasó ninguna
comparsa local a la final, y por tanto no pudimos ver por nuestras calles a
ningunos de los finalistas (a excepción del grupo de Calamonte, todo hay que
reconocerlo). Para algunos eso fue algo casi catastrófico, se habló mucho al
principio, producto del calentón, pero después nada…pasividad.
O no se si somos conscientes de que el desfile languidece a
pasos agigantados. Desde hace ya varios años es algo que va a menos claramente,
y, salvo que se de un revulsivo, un cambio de enfoque o yo que se, su futuro es
francamente incierto. Y lo que es peor, de esto no habla nadie, ¡ni los propios
grupos de pasacalles!. Pasividad total.
Otro tema importante que necesita un golpe de mando, es el
certamen de infantiles. Si se quiere asegurar el futuro, las cosas no se pueden
hacer tan mal respecto a los niños y niñas como en el carnaval 2013.
Y por supuesto, algo que clama al cielo. ¿Es normal que
llevemos dos años sin cobrar los premios? Que la cosa está mal, ya lo sabemos,
pero, no se, esto tampoco parece que sea muy lógico. Estamos hablando de
“cuatro perras”, una miseria para las arcas municipales, por lo que no parece
muy lógico que se lleve tanto tiempo sin pagar.
Pero es que además el Ayuntamiento no dice nada, no muestra
ninguna voluntad de cómo y cuando van a pagar. Pero, lo más Kafkiano es que los
grupos adeudados tampoco dicen nada, no reclaman, no protestan… Más pasividad,
absoluta pasividad, y ya se sabe que en este país el que no llora no mama.
Debería ser fundamental que todos y todas nos sentáramos a
hablar, a buscar soluciones y alternativas, con diálogo por supuesto, pero con
firmeza, no hablar por hablar, no con palabras que se lleve el viento. Sino
tomando decisiones y llevándolas a cabo.
Y es que el mundo de nuestro carnaval ha pasado de un extremo
a otro. De llevar años en una posición supercrítica a una apatía absoluta. Y ni
lo uno ni lo otro es bueno.
Quizás nos falta liderazgo, organizarnos, gente que quiera
coger las riendas. Quizás, es posible, pero algo hay que hacer para evitar
tanta pasividad. Pues ello solo conduce al conformismo y de ahí al
aburrimiento, al estancamiento y a la mediocridad.
Pero bueno, ya habrá tiempo para ir hablando, aunque tampoco
podemos dormirnos en los laureles.
De momento, ¡vamos a ir cogiendo el tono!